¡Hola Soletes!
Un grupo de investigadores ha publicado un estudio donde demuestran cómo las interacciones afectivas entre perros y humanos no sólo fortalecen el vínculo emocional entre ambas especies, sino que también crean una sincronización neuronal con implicaciones en las tareas ejecutivas y colaborativas. Este trabajo también explora cómo la intervención farmacológica con LSD puede restaurar dicha sincronización social en perros con mutaciones genéticas asociadas al autismo.
La ciencia detrás del vínculo afectivo con nuestros perros
El vínculo entre humanos y perros es profundo y antiguo, remontándose a miles de años de domesticación y evolución conjunta. En nuestra vida cotidiana, los perros son compañeros cercanos, y estudios anteriores ya habían sugerido que las interacciones sociales con ellos, como el contacto visual y las caricias, aumentan la producción de oxitocina, hormona y neurotransmisor que fortalece el apego y la confianza en ambas especies.
Sin embargo, el presente estudio va más allá, demostrando que el intercambio afectivo con nuestros perros también tiene una manifestación fisiológica a nivel neuronal. Los investigadores encontraron que, durante las interacciones sociales como las caricias y el contacto visual, los cerebros de los humanos y los perros se sincronizan en regiones clave, como las áreas frontal y parietal, responsables de la atención y la percepción social.
Este fenómeno, conocido como acoplamiento cerebral, es común entre humanos, especialmente en actividades cooperativas y sociales. Pero su descubrimiento entre perros y personas marca un hito en nuestra comprensión de las relaciones interespecies.
Metodología del estudio
Para examinar esta sincronización interspecies, los científicos emplearon electroencefalografía (EEG) no invasiva tanto en humanos como en perros. Utilizaron 16 electrodos en diferentes regiones cerebrales, enfocándose en las áreas frontal, parietal, temporal y occipital, que son clave para la atención conjunta y la actividad social.
El experimento se desarrolló en tres condiciones diferentes:
1. Separación física: Humanos y perros en habitaciones separadas sin interacción social.
2. Misma habitación, sin interacción: Humanos y perros en la misma habitación, pero sin contacto visual ni físico.
3. Interacción directa: Humanos y perros en la misma habitación, con contacto visual y caricias.
Los resultados mostraron que, solo durante la interacción directa, se producía una sincronización significativa entre las actividades cerebrales de ambas especies, lo que confirma la hipótesis del acoplamiento cerebral.
Implicaciones Futuras
La intervención farmacológica con LSD, una sustancia conocida por sus efectos sobre la percepción y la conciencia, restauró el acoplamiento cerebral en los perros con autismo, lo que sugiere que la droga tiene el potencial de mejorar los déficits sociales causados por las mutaciones genéticas relacionadas con el autismo. Este hallazgo es de gran relevancia, ya que abre nuevas posibilidades en la investigación de tratamientos para el autismo, no solo en humanos, sino también en animales. Aunque el uso de LSD en la medicina ha sido un tema controvertido, estudios como este están reavivando el interés en su potencial terapéutico.
Este estudio refuerza la idea de que el vínculo entre humanos y perros es mucho más profundo de lo que se pensaba anteriormente. No solo compartimos una conexión emocional con nuestros compañeros caninos, sino también una sincronización a nivel cerebral que mejora nuestra capacidad de interactuar y cooperar.